13/9/07

Volver sobre mis pasos


Volver sobre mis pasos recopila una serie de textos escritos por el cineasta cubano Tomás Gutiérrez Alea. Titón, como le llamaban sus amigos, nació y murió en La Habana (1928-1993). Durante su larga trayectoria como autor cinematográfico filmó 20 películas, entre documentales y ficción, cortos y largometrajes. Ha dejado su impronta en la historia del cine cubano y latinoamericano sobre todo por Historias de la Revolución (1960), Memorias del subdesarrollo (1968) y Fresa y chocolate (1995).

El libro publicado contiene textos que dan cuenta del inconformismo, de la intolerancia y del escepticismo de Gutiérrez Alea. También reúne una serie de dibujos, fotografías y cartas del autor, así como comentarios de importantes colegas como el norteamericano Sidney Pollack, el español Carlos Saura y el cubano Julio García Espinosa, entre otros.

En una entrevista publicada con motivo del estreno de Fresa y chocolate, dijo:

"El cine no puede evitar nutrirse directamente de aspectos de la realidad y conformar con ellos una obra, que por fuerza tiene que tener una significación y una incidencia sobre la realidad misma. Si hablamos de cine en este momento, nuestro cine, aparte del goce y disfrute que encierra, que es básico, también por fuerza tiene necesidad de adoptar una posición frente a la realidad, un criterio, ejercer de alguna manera la crítica frente a la realidad y a la vez ser objeto de crítica".

La Gaceta de Cuba, La Habana.

3/9/07

Documentales que sacudieron al mundo

Traducido por Sergio Sáez para Aula Crítica

¿Puede el cine cambiar la Historia? La pregunta provoca esta especial aproximación al formato documental. Mark Cousins propone diez películas que marcaron una verdadera diferencia para la realización de una muestra. He aquí cómo lo explica en Sight and Sound, la revista del British Film Institute.

Durante años he sostenido, en Sight & Sound y en otros sitios, que hablar del cine africano desde la perspectiva social y política de los problemas del continente implica una actitud condescendiente hacia las películas. He argumentado que deberíamos interesarnos en las películas de Ousmane Sembène, no porque sean portadoras de información sobre sociedad poscolonial, sino porque son grandes films. Después de todo, no vemos las películas de Ingmar Bergman por lo que puedan decir acerca de la sociedad sueca de los años 60. El cine de Sembène, por supuesto, también revela mucho acerca de su entorno (estructuras de poder, actitudes o códigos de vestimenta) del mismo modo que las cintas de Martin Scorsese lo hacen sobre Nueva York. Pero no es lo más importante de ellas.

Ahora, sin embargo, como comisario de la muestra "Ten Documentaries That Shook the World" (Diez documentales que sacudieron al mundo) he tenido que hacer un giro en redondo. He dejado de lado cuestiones estéticas para centrarme en una empírica: ¿Qué películas han tenido un impacto demostrable en el clima social, legislativo y político en el cual fueron gestadas? Me he permitido ser vago en cuanto a lo que se puede considerar un film (en la selección hay piezas concebidas para la televisión) pero estaba decidido a no cometer el pecado del anglocentrismo. Por este motivo, de China mostraremos Heshang - The River Elegy (Jun Xia, 1988); de los EE UU Bowling for Columbine (Michael Moore, 2002) y The Thin Blue Line (Errol Morris, 1988); de Gran Bretaña Death of a Nation - The Timor Conspiracy (John Pilger y David Munro, 1994), BBC News Ethiopia Report (Michael Buerk y Mohammed Amin, 1984) y McLibel (Franny Armstrong, 2005); de Alemania Triumph of the Will (Leni Riefenstahl, 1936); de Francia The Sorrow and the Pity (Marcel Ophuls, 1970);y de Irán For Freedom (Hussein Torabi, 1980).

Heshang alimentó el debate acerca de las relaciones de China con las democracias al estilo occidental que culminaron en las protestas de la Plaza de Tienanmen y su brutal represión en 1989. Pretendía cambiar el mundo chino, y acabó haciéndolo en parte, aunque en la dirección errónea. El film de Tsuchimoto, Minamata, presenta el desgarrador proceso por medio del cual un grupo de pescadores llevó al consorcio Chisso delante de los tribunales por contaminar el curso de agua con methyl mercurio. Este es el documental original, y, como consecuencia del mismo, Chisso fue obligada a cambiar su forma de operar. Como es bien conocido Bowling for Columbine logró que Wal Mart dejara de vender cierto tipo de munición mientras que The Thin Blue Line, la original película sobre un error judicial consiguió que el vagabundo texano Randall Adams fuera indultado. La indignación provocada por The Timor Conspiracy fue tan grande que ayudó a la consecución de la independencia de Timor Oriental en 1999. Bob Geldof, tras ver Ethiopia Report, de Michael Buerk, concibió Live Aid, y ayudó a mejorar las condiciones de vida de cientos de miles de africanos. Mc Donalds fue marginada de la publicidad en escuelas como consecuencia del desafío legal contra la compañía documentado en McLibel. A pesar de que Leni Riefenstahl sostuvo lo contrario a lo largo de su extensa vida, lo cierto es que Triumph of the Will, pieza central del marketing hitleriano en la década de los 30 ayudó a inclinar a Alemania a favor de su psicótico Fuhrer. The Sorrow and the Pity, prohibida en la televisión francesa durante más de una década, quitó brillo a la imagen que Francia se atribuía haber tenido durante la guerra. Y For Freedom, emitida cada año en la televisión iraní, inaugura el aparente triunfo de la revolución de Khomeini en 1979.

Las películas china, alemana, iraní y francesa cambiaron la atmósfera de sus países, en algunos casos reevaluando el pasado para reformular el presente. Los tres films acerca de grandes corporaciones –McDonalds, Chisso y Wal Mart– son la parábola de David y Goliat. Aunque el documental fue formulado por John Grierson en Gran Bretaña en los años 30 como un arma social para la izquierda, lo cierto es que los filmes iraní y alemán son trabajos de derechas. Y las piezas de Pilger y de Buerk sobre Timor Oriental y Etiopía son poderosas expresiones visuales del liberalismo post-colonial.

No obstante, como dije, descubro lo que debería haber sido obvio: que esas películas fueron elegidas por su impacto social, y ese impacto tiene, en parte, su explicación en la estética. El director de Shoah, Claude Lanzmann dijo de la escena en el juzgado de Minamata, en la que los pescadores claman contra los directores de Chisso y empujan a la cámara, que se trata de algo “sin paralelos en la historia del cine”. Habla también de la belleza desgarradora y enigmática de la primera toma del film, un barco pesquero en el mar.

La película de Michael Moore es una mezcla situacionista de la indignación moral de John Pilgeresque, una sátira estilo Simpsons y un engendro sensiblero y audaz a la manera de Chris Morris. Triumph of the Will, de Leni Riefenstahl es el intento wagneriano de un Gesamtkunstwerk que es, obviamente, producto de una imaginación elevada, emocional y erótica. The Thin Blue Line entrecruza el film noir de Robert Siodmak con Crimewatch. En The Sorrow and the Pity Ophuls mezcla testimonios de colaboracionistas, chansons de Maurice Chevalier y fragmentos de películas en lo que él llama “una canción de amor por Francia”.

El alejamiento barroco, satírico, épico o mítico de estas películas de las normas griersonianas sobre la creación de filmes documentales ayuda a explicar seguramente cómo entraron en la cabeza del público y en el mundo exterior, para llevar consigo el cambio social. Incluso el trabajo de Michael Buerks parece haber tenido un fuerte impacto en parte a causa de su estilo: años después de su emisión, el editor de Asuntos Internacionales de la BBC John Simpson escribió que fue el alejamiento adoptado por Buerk en su escritura –el hecho de no demostrar su emoción, lo que permitía a otros sentirla. La diversidad formal de estas películas demuestra que el documental es menos una subsección de la cinematografía que algo parecido a una megalópolis fílmica, donde los géneros y lenguajes cinematográficos cohabitan e interactúan.